martes, 17 de noviembre de 2009

Ley de acción y reacción


 Resulta que el título de esta entrada no es invención mía, sino que es cosa de Newton. Como nunca he entendido bastante bien de las cosas que este gran hombre trataba, no voy a entrar en su definición de la Ley de accíon y reacción. Sólo faltaba eso, que a estas alturas intente hacerme el listo en temas de Física.
Mi inspiración para este título y para esta entrada viene de un mundillo mucho menos científico que la Física, como es la televisión. Cierto es que para lo único que uso la televisión es para meter goles en la Playstation, pero hay algunas series de televisíon que veo por Internet, que en situaciones como esta se convierte en la piedra filosofal que convierte la basura en arte.
Si alguno ha visto algún capítulo de la serie My name is Earl, sabrá de la batalla que tiene el protagonista con el karma y sabrá exactamente a lo que me refiero en el título. Para el que no conozca la serie o poara el que tenga una idea amplia de lo que es el karma, les diré que de lo que voy a intentar hablar de una supuesta ley sobrenatural que recompensa nuestras acciones positivas y castiga nuestras acciones negativas. De tal manera que si actúo de manera positiva me sucederán cosas buenas y la vida me sonreirá y si, por el contrario, mis acciones son malas, mi vida estará llena de desdichas.

No acostumbro yo a creer en leyes ni seres sobrenaturales que gobiernan el "Universo Universal" cual granja de Playmobil, pero lo cierto es que esta idea del karma, simplificada a través de una serie de televisión me parece algo en lo que es fácil creer. No deja de ser la aceptación de una fuerza superior que nos juzga y nos ofrece un código moral según el cual seremos juzgados, pero al ser una frase tan cortita, tan concisa y que suena casi como un refrán ("actúa bien y la vida te sonreirá, actúa mal y la vida te castigará"),  me parece una creencia bastante cómoda. No implica celebraciones, ni días festivos y se puede considerar simplemente cómo una forma de vida y es por tanto compatible con el ateísmo. Una ganga, oiga.

No obstante, andaba yo diciendo que no suelo creer mucho en este tipo de cosas. Pero hoy me voy a ir a dormir con la sensación de que algo o alguien lleva todo el día riendose de mí.
Parece que esta mañana había dos guiones escritos para mi vida, uno con final feliz y otro con final triste. Y ahí estaba yo, en mi cama, entre dormido y despierto y con dos opciones: hacerlo o no hacerlo. Una vez más, he escogido no hacerlo, pero esta vez el supuesto guionista ha decidido llevar estrepitosamente el hilo conductor hacia un final irremediablemente terrible. Y es que parece que estamos en los últimos capítulo de la temporada y hay que acelerar la trama.
Todo por todos los lados se ha torcido tanto, que realmente me da miedo levantarme mañana y volver a no hacerlo. Nada de lo que se ha torcido en el día de hoy está directamente relacionado con que no he hecho hoy, aunque si guardan cierta relación. Pero mañana no me queda más remedio que hacerlo, por lo que pueden pasar dos cosas, que el guionista decida seguir con el final triste y mi papel le diese aún más intensidad al argumento, o que decidiese acabar con un final feliz, pero mantener por un tiempo la trama oscura para darle emoción. Pero lo cierto es que si se trata de afirmar la existencia de una Ley Universal de Acción y Reacción, prefiero descubir el lado bueno.

Para los que no habéis entendido una mierda de lo que he dicho:
Sed buenos y no dejéis nunca para mañana lo que podáis hacer hoy. Así lo haré yo a partir de mañana.

viernes, 23 de octubre de 2009

¿Hay vida en este planeta?

Al igual que estáis haciendo vosotros ahora mismo, asomándoos por una ventanita a ver que se cuece por este blog, imaginaos que existe vida en otros planetas y que un sábado por la mañana, ahora en este tiempo que las mañanas son fresquitas y apetece, viene un platillo volante a visitarnos.
Imaginémonos que no vienen en actitud beligerante, ni en principio, a hacerse “amigüitos”, simplemente vienen a ver que hay por aquí. Igual que hacemos nosotros mandado sondas a Marte y demás. Seguro que muchos iríamos a recibir a nuestros visitantes con cámaras de fotos, de vídeo; nuestros amigos de la Asociación del Rifle, irían a darles la bienvenida de buen rollo, pero escopeta en mano, no sea que se pongan tontos y haya que salvar al mundo. Obama encabezaría el comité de bienvenida agasajándoles con deliciosos Whopper con Coca-Cola y patatas fritas. El FBI prepararía todo su arsenal, y la CIA empezaría e establecer un plan de emergencia por si hay que poner los misiles apuntando al planeta de nuestros visitantes.
Estoy dando por hecho una cosa, en la que creo que estaremos todos de acuerdo: Si viene un platillo volante a la Tierra aterrizará en Estados Unidos. Y si aterrizase en otro lugar, el gobierno norteamericano sería el primero en saberlo y montarían ese dispositivo en cualquier sitio. A ver quién se atreve a quitarles la primera fila en tal evento. Quizá ese grupo de irreductibles yihadistas que resisten en una cueva en algún lugar de Afganistán. Pero ese es otro tema.

Tal vez mi visión os parezca bastante hollywoodiense. ¿Cómo os imagináis vosotros la escena? ¿Tal vez Yoko Ono recibiéndoles con un ramito de violetas? ¿Zapatero con sus hijas y Rajoy con su “niña”?¿Jesucristo, Mahoma Budha…recibiéndoles con pastitas y en zapatillas de andar por casa? Sea como sea que os lo imagináis, sería una escena en la que estaría todo el mundo expectante por ver si son verdes, azules o si se parecen a la Duquesa de Alba…



Y es ahí a donde quería llegar (uff, me ha costado…), al momento en el que se apareciesen ante nuestros ojos. Y en este punto es dónde creo que se irían al garete todas las escenas que nos imaginemos, porque yo creo que ni saldrían de su nave. Se oiría alguna frase en plan: “Perdonad, pero nos hemos equivocado, pensábamos que veníamos a un planeta civilizado”.

Hablando ya en serio, a mí me daría vergüenza que viniese nadie a vernos. La imagen que daríamos sería espantosa. Es más, me horroriza pensar qué dirán los libros de Historia cuando los hijos de los hijos de nuestros hijos vayan al colegio. Cuando le tenga que contar a mi hijo cómo funciona este del mundo, ¿cómo le digo que en los ochenta o noventa años que llegue a vivir podrá contar las buenas personas con las que se ha cruzado con poco más que los dedos de las manos?
Supongo que le diré: “Imagínate que un sábado por la mañana, viniera a visitarnos un plantillo volante(…)pues vive de tal manera que, si algún día viniera alguien a ver el mundo, se llevase la impresión de que es un sitio maravilloso”. Aunque me parece que las religiones quieren dar un mensaje bastante parecido y no siempre lo consiguen...Tal vez sea cuestión de que esto no es una carrera en la que lo importante sea llegar a la meta. Esto es una carrera de relevos y lo bueno está precisamente, en que mientras sigamos corriendo, sigue habiendo carrera.

Perdonadme por el ladrillazo, pero entre tanto tiempo sin escribir, tanto tiempo encerrado en casa y tanto enfado con el mundo, uno acaba saltando por peteneras. Y pensando tonterías.

lunes, 5 de octubre de 2009

Según salgas del túnel, todo recto



Voy a apurar los últimos muntos del domingo en escribir algo. Creía que la siguiente entrada que escribiese, es decir, ésta, me iba a resultar más fácil de lo que está siendo. Esto de sentarme delante del ordenador intentando escribir algo que le resulte minimamente interesante a quien se pueda pasear por estos lares, me hace sentirme un poco loco. Esto de estar callado mientras mi cabeza no para de buscar algo que decir es una situación un tanto extraña. Normalmente cuando uno habla, le habla a algo o a alguien, que suele ser un objeto o sujeto identificable. En el caso de hablarle a una persona, lo habitual es que recibamos una respuesta, ya sea de forma verbal o no verbal. En el caso de hablarle a un objeto, la probabilidad de que obtengamos una respuesta es directamente proporcional a la cantidad de sustancias psicotrópicas consumidas, pero en todo caso no deja de ser algo bastante improbable. Aún así, cuando le hablamos a la televisíón viendo las noticias, al ordenador cuando se queda colgado o al coche cuando no arranca; no nos sentimos locos. Tampoco nos sentimos mudos que sólo hablan consigo mismos en silencio. Porque yo ya llevo veinte minutos hablando y la única respuesta que tengo es la repetición de mis palabras escritas en la pantalla.
Cuando decidí empezar a escribir aquí, sólo contemplaba dos finales posibles: a) sentirme un poco gafapasta, y b) sentirme un frikazo.
Lo de sentir que quiero decir algo, que no sé que decir, que no sé a quien se lo estoy diciendo, y que no sé si alguién me dirá algo, no entraba en mis planes.
Aunque acaba de aparecer en mi cabeza algo que me hace sentirme mejor. No siempre es bueno que las cosas salgan según lo planeado. Ahora mismo me alegro de sentirme loco o mudo, en lugar de gafapasta o friki. El que no se consuela es porque no quiere.
¿En qué estaba pensando cuando decidí hacer algo que podía convertirme en un gafapasta o en un friki?
Supongo que esto nos pasará un poco a todos los que escribimos por aquí, que al final, por muy locos, mudos o absurdos que nos sintamos haciéndolo, nos acaba molando.
De todo se puede sacar algo bueno y al final, esto me ha servido para pasar un rato escuchando al Rey, así que ha sido un buen rato y no he estado tan solo.
La pena es que los buenos ratos como este no duran para siempre. Lo bueno es que los malos tampoco.